Corriendo por la vida.

-Corre idiota corre-, le dijo Silverio a Patricio.

Patricio siguió corriendo lo mas rápido que pudo, sin embargo, el ladrón le lanzó un cuchillo que alcanzó su espalda clavandose despiadadamente en su piel, derribando su cuerpo y elevando su alma al infinito eterno. El ladrón lo despojo de las pocas pertenencias que tenía, y se fue en dirección contraria, desapareciendo de la vista de Silverio.

Silverio corrió desesperadamente hacia el cuerpo de Patricio, le saco el cuchillo de la espalda y trato de revivirlo con exasperación sin tener respuesta alguna, gritó al cielo su decepción y lloró amargamente sobre el cuerpo inerte de Patricio.

Patricio y Silverio habían sido amigos desde que nacieron, habían compartido una vida juntos, sus alegrías, decepciones y tristezas, recuerdos en ese momento resultaron ser hirientes y crueles y que inundaron sin parar la mente de Silverio, quien se sintió culpable por no haber podido hacer nada ante tal acontecimiento, sin embargo, no hubo mucho que hubiese podido hacer, Patricio murió al instante y todo fue tan rápido y sin sentido.

Lo cierto era que la muerte había vencido a su amigo, y tenia que trasladar su cuerpo ensangrentado, llamar a las autoridades respectivas que no servían para nada, decirle a la familia de Patricio el fatídico suceso.

En el velorio de Patricio, Silverio no dijo palabra alguna, se había quedado sin lágrimas, sin palabras, sin consuelo, tratando de entender porque pasaban esas cosas, porque un hombre sin hombría, sin derecho, amparándose en un cuchillo había intimidado y acabado con la vida de aquel gran compañero, el enojo y la impotencia hicieron presa de su ser.

Silverio no podía quedarse sin hacer nada, su enojo era demasiado grande, sus ganas de venganza habían penetrado en su corazón convirtiéndolo en una bestia sin sentimientos, sentía que tenía que hacer pagar al enemigo a como diera lugar, más no sabia donde comenzar a buscarlo, es más, ni siquiera se acordaba exactamente de su rostro por más que había tratado de recordarlo hasta en sus pesadillas, pero al mismo tiempo estaba consiente que no podía regresar la vida de su amigo, y esa impotencia lo estaba pudriendo.

Pasados los días, volvió a pasar por la calle donde sucedió todo, recorriendo cada metro, cada centímetro no solo de la calle sino del suceso, esperando encontrar a ese infeliz para matarlo y honrar el nombre de su gran camarada; día tras día regresaba a buscar aquel ladrón y asesino de sueños, sin embargo jamas lo encontró, y quizá fue mejor así, porque no valía la pena purgar una pena en la cárcel sin una recompensa real, el regreso a la vida de Patricio.

Silverio se rindió con los meses de buscar y buscar sin tener resultado, y prometió algún día encontrar a ese hombre que no solo le robo a su amigo sus pertenencias sino sus esperanzas, sus sueños, su vida.

Algunas personas dicen haber visto pasar por esa calle el espíritu vengativo de Patricio buscando al asesino, no obstante nadie con certeza puede comprobar ese acontecimiento inusual; para muchos el suceso acontencido trajo consigo no solo tristeza y rencor, los hizo entender que la vida es corta, que la vida esta llena de preguntas sin contestar, de injusticias, de "hubieras".

Nunca se resolvió ese asesinato a sangre fría, y hoy por hoy yace en los expedientes sin resolver de las autoridades respectivas, expedientes llenos de polvo y olvido sin que nadie se preocupe por tal suceso, lo cual se ha convertido en el día a día.