lunes, 26 de abril de 2010

Si Dios me concediera un minuto.

Ayer visité la tumba en la que yace mi padre y mi abuelito, a pocos metros de ahí, está mi suegro también. Tenía mucho tiempo de no ir a ese lugar que me transmite mucha paz y armonía, no obstante siempre es un viaje desconocido, porque no sé que sentimientos me va a acarrear, muchas veces me causa dolor, otras tristeza y otras tantas tranquilidad y resignación.


Me ha costado casi cuatro años sobreponerme a la falta física de mi papi, realmente era él mejor de los hombres (obvio todos decimos eso de nuestros padres), siendo además mi aliado implacable, colega, mejor amigo, mi padre. No han sido fáciles los días sin él, pero poco a poco he ido encontrando mi remedio, mi conformidad.


Pero cuando ya había visto una luz y había llegado a un acuerdo con Dios, en el cual le entregué mi dolor con lágrimas, falleció mi abuelito el 31 de diciembre del 2009, atropellado vilmente por un carro que a la fecha está suelto por algún lugar y al cual no me interesa conocer porque no le va a regresar su vida.


Mi abuelito era un hombre de 94 años que parecía de 60, ojos verdes, pelo claro, guapo y que le quedaba tiempo por vivir, por eso la fatídica noticia (que recibí el 1 de enero de este año a las 9:00 a.m.) me estremeció tanto, ya que en ese momento volví a vivir la muerte de mi papi. Tres años antes, mi abuelito la había pasado muy mal, ya que no era lógico enterrar a su hijo antes que a él, tan era así, que semana tras semana visitaba el cementerio y llenaba de flores la tumba de mi papi y de paso la de mi suegro. Su funeral estuvo lleno de flores tal cual él se merecía, siendo un hecho curioso que mi suegra, la abuelita y tías de mi esposo, en agradecimiento por mantener "enflorada" la tumba de mi suegro, lo colmaron de flores en su última morada.


Esta es la primera vez que puedo hablar abiertamente de lo que pasó con mi abuelito, ya han pasado cuatro meses que yo he sentido siglos, y en este tiempo han aparecido en mi muchos sentimientos pasados como la frustación, el enojo, la tristeza, la depresión y la impotencia de lo que le sucedió, ya que no pude hacer nada por evitarlo; realmente los extraño, en el caso de mi abuelito yo sentía que era ese pedacito de mi papi que nos quedaba y al morir, entendí que mi papi se había ido del todo.


Podría escribir y escribir describiéndolos a los dos, hay muchas historias, mucho orgullo de parte mía hacia ellos, que me dejaron entre otras cosas muchos valores, mucha paz pero sobre todo, el perder el miedo a la muerte, porque ambos fueron valientes, murieron como los grandes, lucharon por su vida; según sé mi abuelito llegó con vida al hospital y lucho hasta que se unió a su peor enemigo, el óbito de su vida. Mi dolor radicaba en el sufrimiento de él, en que habría sentido, sin embargo, tengo la imagen (y espero que así sea), de mi papi vestido de blanco esperando a mi abuelito y que juntos se van de la mano hasta que se pierden de mis sueños, y que están juntos en paz, gozando de la vida eterna.


Pero siempre le queda a uno ese sentimiento de haber podido hacer más por ellos, de haber estado ahí, sin embargo entendí, que aunque hubiese estado ahí no podría haber hecho nada, porque todo estaba escrito, todo estaba decidido y se además que aunque los extrañe con todas mis fuerzas, nada puedo hacer, ya que ellos son de los pocos elegidos que vivirán por siempre. Ahora tengo tres ángeles en el cielo, mi papi, mi abuelo y mi suegro, que me miran, que me apoyan y lloran cuando yo sufro por ellos.


Hace poco encontré una foto de la navidad del 2001, en donde yo estoy con los dos, mi abuelito está vestido con un suéter azul que era mi favorito, resaltan sus ojos verdes dentro de su eterno bronceado, mismo que había ganado día tras día trabajando en su finca; mi papi sale con una camisa blanca con rayas azules, su cabello rojo se ve apagado, se ve un poco enfermo ya, pero tiene su típica mirada y esa media sonrisa que lo caracterizaba, yo salgo sonriente, con mi boca pintada de ocre (que era el color de moda en ese entonces), un vestido negro y una mirada feliz, que sabía yo que cinco años después iba a perder a mi padre y cuatro años mas adelante de mi abuelito. Difícil imaginar esas situaciones que son la única realidad en la vida, la muerte.


La muerte es inminente, la muerte es real, todos le temen y todos quieren morirse dormidos tal cual María Félix, pero he entendido que Dios tiene la muerte de cada uno de nosotros planeada y establecida y no va a haber nada ni nadie que cambie ese hecho.


Sé que estos dos grandes hombres están descansando de este mundo ruin y lleno de falsedades, sé que están juntos viendo paisajes indescriptibles en mundos que tal vez algunos no llegaremos a conocer, sé que me están mirando en estos momentos y que están felices por mi, pero también sé, que los extraño con toda mi alma y que no ha habido día que no derrame una lágrima por ellos, sea de tristeza o felicidad.


Me he formulado infinidad de veces esto -si Dios me concediera un minuto para volverlos a ver- ¿Que haría? Y mi respuesta es esta: treinta segundos los abrazaría para volverlos a sentir y sentir su olor, les preguntaría como están y si alguna vez vamos a volver a estar juntos. Solo eso.

6 comentarios:

Dib dijo...

¡Qué gran texto!
Yo no creo en Dios, pero definitivamente comprendo el último párrafo.

Frida U dijo...

Muchas gracias Dib!!! Me salio del alma!!

Luisz dijo...

¡Aaaaaaaaaaaaah! Has hecho a mis ojos gotear ...

Un hombre bueno pero atado de manos vino un día a este país por quinta vez. En esa ocasión, que sería la última, dijo: "Me voy pero me quedo".

Un oximorón sin sentido para algunos, pero la esencia de la vida y la huella que deja un ser exquisito para otros.

He ahí el detalle. Hay miles que se van y se olvidan, pero los importantes, los que de verdad valen la pena, se van, pero se quedan.

Un abrazo grande.

El Contador Ilustrado dijo...

No tengo palabras para esto.

*abrazo*

Frida U dijo...

Gracias!!

la chida de la historia dijo...

Ay, Frida... pero como dice Luisz... se van, pero se quedan en nuestra memoria, en nuestro corazón...

Saludos y un abrazo fuerte.