Sabes me quede pensando un rato en lo que me contabas, de las cosas que ignorabas cuando niño, de no saber nadar y no haber visto el mar, etc.
Creo que en eso coincidimos en la ignorancia, más que ignorancia creo son ausencias, ausencias de saber, conocer y hasta tener, me doy cuenta que lo que no sabía o lo que no tenía, en realidad no lo necesitaba, claro me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes, que el futuro fuese un poco más claro y el presente un tanto más conciente.
Pero en algunas cosas creo haber tomado las decisiones correctas, por ejemplo, un día siendo muy pequeña, tal vez 5 o 6 años una compañera de la escuela me dijo que su papá le leía cuentos para dormir, el mío a penas me miraba, le dije a mi madre si me compraba un libro de cuentos a lo que me dijo, “primero hay que comer para esas tonterías no hay dinero” entonces decidí que si nadie me contaba cuentos yo los inventaría, así sobreviví a mi infancia contándome cuentos cada noche; un tío tenía en su casa muchos cuento de Mafalda y la Familia Burrón, leí todos lo que puede, mi primer libro fue “Cien años de soledad”, mi único regalo de 15 años, era una edición vieja y tiene una dedicatoria de un desconocido, lo conservo con mucho cariño.
En mi adolescencia mi escapatoria y refugio fue la escuela, ahí te conocí y un par de amigos que al día de hoy conservo, aunque estén lejos.
No sabía muchas cosas, tampoco conocí el mar hasta los 18 años, nunca salí en un bailable en la escuela, nunca salí de excursión, nunca supe que tener una carrera universitaria podría salvarme la vida, nunca tuve un lindo vestido, ni los juguetes que quería, sólo una vez en mi infancia me compraron un pastel de cumpleaños, raras veces fuimos al cine, nunca había visitas en la casa de amigos o familia, mi madre nunca durmió a mi lado abrazándome, un día me quede sin zapatos para ir a la escuela y no fui, sólo había una bicicleta en casa y era para todos, el suéter de mi uniforme era de niño, el de mi hermano que dejo de quedarle un día; nunca me peinaban para ir a la escuela, yo planchaba y lavaba mi uniforme, lo queme varias veces, nunca desayune antes de la escuela, empecé a cocinar a los 10 años, nunca nadie me enseño a maquillarme; nunca salí de viaje con mi familia, nunca alguien me dijo “te quiero”, un tiempo no tuvimos tele y me hice adicta a la radio.
Pero todo lo que no tuve no le quitaron significado a quién soy, todo lo que no tuve me ayudo sin darme cuenta a ser quién soy, me permitieron como a pocos niños tener mascotas y de las más variadas, tuve una víbora que mi hermano encontró en el mercado de Jamaica, muchos perros, grandes compañeros de viaje, mi perro snoopy me acompañaba a la parada del camión cuando iba a la secundaría, después de que murió lo vi una vez en casa y hasta lo salude, había olvidado su muerte así que no me asuste, aprendía sobre la muerte con ellos, tuve conejos, una gallina y hasta un ratón que me negué a sacrificar en el laboratorio de la escuela, me salí con él y lo adopte. Cuando entre a la universidad supe que había leído más que el promedio. No tener tele me llevo a conocer a la Tremenda Corte, Kaliman, los cuernos de la luna y muchas radio novelas, nunca mi madre me abrazo para dormir o decirme te quiero, pero mi día favorito fue cuando salimos a pasear en la única bicicleta que teníamos sólo ella y yo, ese día supe que me quería. Mis juguetes favoritos fueron mis patines y una casa de madera que podía armar como más me gustara; tal vez, nunca fui la niña más bonita ni la mejor peinada o vestida de la escuela, pero coleccione todos los libros que pude, nadie me contó cuentos pero tenía un LP de los Aristogatos que escuche miles de veces, nunca vi la película, pero la imaginaba y Tintan era la mejor voz, no íbamos al cine pero eso ayudo que sea mi afición, nunca viaje pero el cine me llevo a los lugares que no imagine que existieran y que un día visitaré como el circulo polar; he ido a varios conciertos, y bailar es un festín para mi alma; de muchas amigas contemporáneas y hasta más pequeñas soy de las pocas que saben cocinar. Hoy cada vez que hablo con mi madre o mi hermano Memo, Cemelli y grandes amigos siempre me despido con un abrazo y un te quiero tal vez mañana no este para decirlo y quiero que lo tengan presente siempre. Sigo sin desayunar antes de salir de casa, pero me cuido mucho, me alimento bien porque mi cuerpo es mi casa, y le doy gracias a Dios ser una mujer sana y completa.
Tengo pendiente aprender a nadar, viajar más, leer más, aprender dos o tres idiomas por lo menos, tener un hijo y un marido que me apoye y que rían mucho conmigo. La vida no me dio muchas cosas pero me ha dejado grandes lecciones y eso no cualquiera lo tiene y lo entiende; ha cruzado mi camino y mi vida con grandes personas como tú y eso poca gente puede decirlo, la maldad del mundo no ha tocado mi alma y eso poquísima gente puede decirlo.
Ahora sonrío ante las cosas que no tuve, miro al cielo y le doy las gracias, por que aprendí que algunas puedo tenerlas, otras no las necesite y por lo tanto no son indispensables, cuando tenga un hijo tendré la oportunidad de enseñarle muchas cosas y emprender esos viajes, jugar esos juegos, y enseñarle el justo valor de lo material.
No te sientas mal flacucho de todo lo que no sabías y lo que no tuviste, seguramente tienes historias y lecciones como las mías, en eso nos parecemos mucho.
Creo que en eso coincidimos en la ignorancia, más que ignorancia creo son ausencias, ausencias de saber, conocer y hasta tener, me doy cuenta que lo que no sabía o lo que no tenía, en realidad no lo necesitaba, claro me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes, que el futuro fuese un poco más claro y el presente un tanto más conciente.
Pero en algunas cosas creo haber tomado las decisiones correctas, por ejemplo, un día siendo muy pequeña, tal vez 5 o 6 años una compañera de la escuela me dijo que su papá le leía cuentos para dormir, el mío a penas me miraba, le dije a mi madre si me compraba un libro de cuentos a lo que me dijo, “primero hay que comer para esas tonterías no hay dinero” entonces decidí que si nadie me contaba cuentos yo los inventaría, así sobreviví a mi infancia contándome cuentos cada noche; un tío tenía en su casa muchos cuento de Mafalda y la Familia Burrón, leí todos lo que puede, mi primer libro fue “Cien años de soledad”, mi único regalo de 15 años, era una edición vieja y tiene una dedicatoria de un desconocido, lo conservo con mucho cariño.
En mi adolescencia mi escapatoria y refugio fue la escuela, ahí te conocí y un par de amigos que al día de hoy conservo, aunque estén lejos.
No sabía muchas cosas, tampoco conocí el mar hasta los 18 años, nunca salí en un bailable en la escuela, nunca salí de excursión, nunca supe que tener una carrera universitaria podría salvarme la vida, nunca tuve un lindo vestido, ni los juguetes que quería, sólo una vez en mi infancia me compraron un pastel de cumpleaños, raras veces fuimos al cine, nunca había visitas en la casa de amigos o familia, mi madre nunca durmió a mi lado abrazándome, un día me quede sin zapatos para ir a la escuela y no fui, sólo había una bicicleta en casa y era para todos, el suéter de mi uniforme era de niño, el de mi hermano que dejo de quedarle un día; nunca me peinaban para ir a la escuela, yo planchaba y lavaba mi uniforme, lo queme varias veces, nunca desayune antes de la escuela, empecé a cocinar a los 10 años, nunca nadie me enseño a maquillarme; nunca salí de viaje con mi familia, nunca alguien me dijo “te quiero”, un tiempo no tuvimos tele y me hice adicta a la radio.
Pero todo lo que no tuve no le quitaron significado a quién soy, todo lo que no tuve me ayudo sin darme cuenta a ser quién soy, me permitieron como a pocos niños tener mascotas y de las más variadas, tuve una víbora que mi hermano encontró en el mercado de Jamaica, muchos perros, grandes compañeros de viaje, mi perro snoopy me acompañaba a la parada del camión cuando iba a la secundaría, después de que murió lo vi una vez en casa y hasta lo salude, había olvidado su muerte así que no me asuste, aprendía sobre la muerte con ellos, tuve conejos, una gallina y hasta un ratón que me negué a sacrificar en el laboratorio de la escuela, me salí con él y lo adopte. Cuando entre a la universidad supe que había leído más que el promedio. No tener tele me llevo a conocer a la Tremenda Corte, Kaliman, los cuernos de la luna y muchas radio novelas, nunca mi madre me abrazo para dormir o decirme te quiero, pero mi día favorito fue cuando salimos a pasear en la única bicicleta que teníamos sólo ella y yo, ese día supe que me quería. Mis juguetes favoritos fueron mis patines y una casa de madera que podía armar como más me gustara; tal vez, nunca fui la niña más bonita ni la mejor peinada o vestida de la escuela, pero coleccione todos los libros que pude, nadie me contó cuentos pero tenía un LP de los Aristogatos que escuche miles de veces, nunca vi la película, pero la imaginaba y Tintan era la mejor voz, no íbamos al cine pero eso ayudo que sea mi afición, nunca viaje pero el cine me llevo a los lugares que no imagine que existieran y que un día visitaré como el circulo polar; he ido a varios conciertos, y bailar es un festín para mi alma; de muchas amigas contemporáneas y hasta más pequeñas soy de las pocas que saben cocinar. Hoy cada vez que hablo con mi madre o mi hermano Memo, Cemelli y grandes amigos siempre me despido con un abrazo y un te quiero tal vez mañana no este para decirlo y quiero que lo tengan presente siempre. Sigo sin desayunar antes de salir de casa, pero me cuido mucho, me alimento bien porque mi cuerpo es mi casa, y le doy gracias a Dios ser una mujer sana y completa.
Tengo pendiente aprender a nadar, viajar más, leer más, aprender dos o tres idiomas por lo menos, tener un hijo y un marido que me apoye y que rían mucho conmigo. La vida no me dio muchas cosas pero me ha dejado grandes lecciones y eso no cualquiera lo tiene y lo entiende; ha cruzado mi camino y mi vida con grandes personas como tú y eso poca gente puede decirlo, la maldad del mundo no ha tocado mi alma y eso poquísima gente puede decirlo.
Ahora sonrío ante las cosas que no tuve, miro al cielo y le doy las gracias, por que aprendí que algunas puedo tenerlas, otras no las necesite y por lo tanto no son indispensables, cuando tenga un hijo tendré la oportunidad de enseñarle muchas cosas y emprender esos viajes, jugar esos juegos, y enseñarle el justo valor de lo material.
No te sientas mal flacucho de todo lo que no sabías y lo que no tuviste, seguramente tienes historias y lecciones como las mías, en eso nos parecemos mucho.
4 comentarios:
u.u n.n
Que lindo...
Las experiencias nos hacen lo que somos. Así como un ciego desarrolla los otros sentidos, nuestras carencias nos hacen echar mano de nuestras mejores virtudes para compensarlas. Lo importante, creo, es ser agradecidos cualesquiera que sean las circunstancias.
Ten por seguro que todo eso que viviste te ha hecho una gran mujer.
XD
A ratos no es importante el contexto sino quien se desarrolla en él... por eso no vale generalizar.
Ignorantes lo somos todos... al menos yo no sé de nadie que lo sepa todo, todísimo.
Ay! esos detalles que hacen sabrosona la vida.
Saludos.
=)
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