A veces miro atrás, lo creas o no. Y compacto el tiempo de una manera impresionante. Y vuelves a estar ahí, con la mirada evasiva y los dolores en el corazón que te sangran en las lágrimas que siempre me ocultabas. No hay olvido, ni tiempo. De repente el tiempo que estuvimos juntos es un suspiro, sean seis años, dos meses, unos cuantos domingos, la noche del bar, el único fin de semana.
Hoy mi mente revoloteó en el pasado. Un aroma de perfume a mi lado y lo demás fueron recuerdos. Te vi con tus treinta años, tus diecisiete, tus treinta y dos y medio y con la barba larga, lampiño, rubio, cano, rizado y lacio. Eras todas las formas del amor que han pasado entre mis brazos y que he perdido poco a poco, y sólo recupero en fragmentos a capricho de mi mente.
Me regresa la ansiedad por tu ausencia, quiero saciarla con nicotina pero renuncié a eso, así como decidí abandonarte, retirarme, mirar adelante y continuar el camino para hallarte de nuevo una y otra vez, hasta el cansancio, hasta el momento que vuelva a sentir que no me quedan más ganas de amar.
Casi puedo verte, estás en alguna escena nocturna, sentado en soledad o sonriéndome como niño, me preguntarás la hora y yo distraída te contestaré, sin siquiera predecir la fatalidad que está por venir. Y luego rosas y colores y un montón de cosas apresuradas. Luego silencio. Luego ese olvido. Luego te extrañaré de nuevo.
Hoy mi mente revoloteó en el pasado. Un aroma de perfume a mi lado y lo demás fueron recuerdos. Te vi con tus treinta años, tus diecisiete, tus treinta y dos y medio y con la barba larga, lampiño, rubio, cano, rizado y lacio. Eras todas las formas del amor que han pasado entre mis brazos y que he perdido poco a poco, y sólo recupero en fragmentos a capricho de mi mente.
Me regresa la ansiedad por tu ausencia, quiero saciarla con nicotina pero renuncié a eso, así como decidí abandonarte, retirarme, mirar adelante y continuar el camino para hallarte de nuevo una y otra vez, hasta el cansancio, hasta el momento que vuelva a sentir que no me quedan más ganas de amar.
Casi puedo verte, estás en alguna escena nocturna, sentado en soledad o sonriéndome como niño, me preguntarás la hora y yo distraída te contestaré, sin siquiera predecir la fatalidad que está por venir. Y luego rosas y colores y un montón de cosas apresuradas. Luego silencio. Luego ese olvido. Luego te extrañaré de nuevo.
5 comentarios:
Es sólo el frío de la ausencia, sis...
No hay mejor terapia que la escritura, esas ausencias, esos desamores saben menos tristes cuando uno las plasma, ánimo y me gusto mucho!!
malditos recuerdos
Gracias Frida!! :)
Ya andaba muy ausente por acá, y salí con mis nenadas de texto jaja pero bueno del alma XD.
Muchos renuncian a encontrar al amor hasta que, de hecho, lo encuentran...
Publicar un comentario