Uno está dispuesto a defender su propio concepto de sí mismo, aunque tenga que aniquilar su identidad en el intento.
No se trata de quiénes realmente somos, ni de qué nos hace felices. Se trata de lo que queremos ser/parecer. Eso es lo que consideramos realmente importante: no ser nunca el que cedió, no aceptar que los otros tenían razón, no conformarse.
Pero resulta que la felicidad está en el equilibrio entre evolucionar y aceptar. No cambiar tanto como para no reconocernos, pero no aferrarnos tanto a nosotros que nos petrifiquemos. Cambiar es morir y no cambiar es morir. Para vivir hay que mantenerse en movimiento.
Últimamente he visto eso: a la gente le parece una catástrofe renunciar a lo que cree de sí mismo. Nadie quiere parecer "el perdedor". Siempre me viene a la mente la imagen del niño que le pone demasiada salsa a algo y uno le advierte que se va a enchilar; indudablemente él lo comerá todo, aunque implique sacrificio, con tal de no admitir que quien lo previno tenía razón. Así somos todos: infantiles, orgullosos, caprichosos.
En mi idea de mí yo era profesora y tenía grados académicos. Luché por eso. Y luego me distraje y perdí todo. Así es la vida. Me dolió el trabajo perdido, me dolieron las injusticias pero, sobre todo, lo que me dolía era tener que cambiar mi autoimagen. Si ya no era la académica, ¿qué ser ahora? El mundo se volvió oscuro y todo parecía terrible.
Hoy me parece tonto haberme martirizado por eso.
La verdad es ésta: cada cual es conforme a su naturaleza-ya lo dijo Aristóteles-. No me preocupo demasiado, mi naturaleza encontrará el camino a sí misma. Después de todo, hay miles de formas de vivir. Ser o no ser no es el dilema. El reto es adaptarse y continuar.
Últimamente he visto eso: a la gente le parece una catástrofe renunciar a lo que cree de sí mismo. Nadie quiere parecer "el perdedor". Siempre me viene a la mente la imagen del niño que le pone demasiada salsa a algo y uno le advierte que se va a enchilar; indudablemente él lo comerá todo, aunque implique sacrificio, con tal de no admitir que quien lo previno tenía razón. Así somos todos: infantiles, orgullosos, caprichosos.
En mi idea de mí yo era profesora y tenía grados académicos. Luché por eso. Y luego me distraje y perdí todo. Así es la vida. Me dolió el trabajo perdido, me dolieron las injusticias pero, sobre todo, lo que me dolía era tener que cambiar mi autoimagen. Si ya no era la académica, ¿qué ser ahora? El mundo se volvió oscuro y todo parecía terrible.
Hoy me parece tonto haberme martirizado por eso.
La verdad es ésta: cada cual es conforme a su naturaleza-ya lo dijo Aristóteles-. No me preocupo demasiado, mi naturaleza encontrará el camino a sí misma. Después de todo, hay miles de formas de vivir. Ser o no ser no es el dilema. El reto es adaptarse y continuar.
6 comentarios:
la niña fonema es la onda. He dicho.
"Uno está dispuesto a defender su propio concepto de sí mismo, aunque tenga que aniquilar su identidad en el intento"
Lo mejor que he leído en este día.
Es dificil reconcoerse a uno mismo y mas aún presentarse tal como es. Siempre existe esta imagen de como quisieramos ser, pues si nos mostraramos como realmente somos, estariamos desnudos ante los demás, lo cual nos hace aparentemente vulnerables.
Sin embargo, si se te acercara una persona desnuda en la calle, te sentirias tu mas intimidada por su desnudez que ella de ti a pesar de estar expuesta.
Lo dificil es verdaderamente saber quienes somos, en identidad y no en personalidad.
Los seres humanos luchamos por no encontrar nuestra identidad...muy buena reflexión.
Alguien diría que lo que más tenemos los artistas visuales (yo soy una de esos) es el ego inflado. No creo ser capaz de desmentirlo... Sin embargo también hay quienes dicen que para convencer a los demás de lo que se es... primero debe creérselo uno mismo...
'Ser o no ser no es el dilema. El reto es adaptarse y continuar.'
Chido!
No es sencillo encontrar el balance entre el quiero y el puedo. A mis alumnos les puse el ejemplo de un pitcher muy bueno que descubrió su capacidad en algo que le disgustaba. Jugaba béisbol porque era bueno y le pagaban por ello, pero no era un apasionado, no miraba partidos por la televisión ni iba a ver a su equipo cuando no le tocaba lanzar.
De cerca vivo un ejemplo parecidísimo y no es sencillo.
Como dices, la naturaleza encontrarña su propia vía ...
Saludos.
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