13122009
Miranda es el nombre que soñé para ti muchos años atrás, mucho antes de saber cómo y cuándo llegarías; una tarde de octubre supe que ya estabas en camino, no se explicarte la mezcla de alegría y miedo que invadió mi ser, era un revoltijo extraño de emociones, pero no pude más que sonreír y sentirte cada día que estuviste dentro mío. Hice planes, te hice promesas, te conté historias y te dediqué canciones.
Te regalo la sal de mis historias
Te comparto mi fuerza y mi debilidad
Te muestro el cielo al que también llamamos gloria
Te regalo mi voz, mi libertad
Te regalo mis fotos preferidas
Te comparto mi humana condición
Te llevo más allá del limite y medida
Me convierto en tu amiga la mejor
Eso seríamos, mejores amigas, compañeras, siempre juntas contra todo pronóstico... pero la vida, Dios, el destino, no se quién y por qué razón decidió que la mañana del 19 de marzo tu corazón se detuviera llevándose el mío, aún recuerdo las palabras más duras que alguien me ha dicho: “lo siento pero su bebé ya no esta vivo”
Sin dudarlo un segundo hubiera dado mi vida a cambio de la tuya, hubiera dado lo que tengo y soy a cambio de verte sonreír, de verte correr...
Así comenzó este largo camino que ha sido abrir los ojos, recuperar mi fe y renacer, pero sobre todo de entender mi lección de vida y mi razón de existir.
Han sido días duros sin ti, pasajes laberínticos, partí sin rumbo, me perdí, salí huyendo de mi casa, de mi gente, de mi ciudad, esperando que el dolor y la soledad de apoco me desdibujaran, me consumieran hasta llegar a ti; pase largas noches sin sueño, largos días en cama, cigarrillos cortos consumiéndome y poca comida para acompañar, con los pies fríos de caminar en la oscuridad.
Me atacaron los “hubiera” los “supuestos”, me ataco la culpa, la desolación, el desahucio... y sin darme cuenta llegaron las respuestas, no las que quería escuchar, pero finalmente respuestas, comenzó el aprendizaje, el encuentro con mi alma, llegaron las personas y lugares correctos, llego la fuerza y el valor de seguir.
Miranda, hoy quiero que te sientas orgullosa de haberme elegido como tu madre, te doy las gracias por las 23 semanas que me regalaste, hoy se que sin ti, sin tu partida no sería quien soy.
Aprendí a quererme tal cual, a perdonarme, a respetarme, a escuchar mi corazón; que puedo caer más de una vez y la importancia radica en la forma de levantarme y no las razones por las que caigo, que sólo tengo aquí y ahora, a no coleccionar culpas, que el rencor y el odio ocupan demasiado espacio y son una carga inútil.
Hoy sonrío orgullosa al decirte que encontré mi alma y recupere la fe, que las lecciones nunca terminan, aprendí, desaprendí, reaprendí, me desprendí, me reinvento, sigo en el camino, sigo soñando, sigo viajando.
Siempre voy a extrañarte, ya no tengo miedo de vivir y tampoco de morir, se que nuestras almas algún día se encontrarán y finalmente te escucharé reír.
Gracias por enseñarme la lección más grande: el amor, hoy se que esa es nuestra misión más importante; nuestra obligación y derecho es ser felices.
“El fin de amar es sentirse más vivo”
Atte. Tu madre
Miranda es el nombre que soñé para ti muchos años atrás, mucho antes de saber cómo y cuándo llegarías; una tarde de octubre supe que ya estabas en camino, no se explicarte la mezcla de alegría y miedo que invadió mi ser, era un revoltijo extraño de emociones, pero no pude más que sonreír y sentirte cada día que estuviste dentro mío. Hice planes, te hice promesas, te conté historias y te dediqué canciones.
Te regalo la sal de mis historias
Te comparto mi fuerza y mi debilidad
Te muestro el cielo al que también llamamos gloria
Te regalo mi voz, mi libertad
Te regalo mis fotos preferidas
Te comparto mi humana condición
Te llevo más allá del limite y medida
Me convierto en tu amiga la mejor
Eso seríamos, mejores amigas, compañeras, siempre juntas contra todo pronóstico... pero la vida, Dios, el destino, no se quién y por qué razón decidió que la mañana del 19 de marzo tu corazón se detuviera llevándose el mío, aún recuerdo las palabras más duras que alguien me ha dicho: “lo siento pero su bebé ya no esta vivo”
Sin dudarlo un segundo hubiera dado mi vida a cambio de la tuya, hubiera dado lo que tengo y soy a cambio de verte sonreír, de verte correr...
Así comenzó este largo camino que ha sido abrir los ojos, recuperar mi fe y renacer, pero sobre todo de entender mi lección de vida y mi razón de existir.
Han sido días duros sin ti, pasajes laberínticos, partí sin rumbo, me perdí, salí huyendo de mi casa, de mi gente, de mi ciudad, esperando que el dolor y la soledad de apoco me desdibujaran, me consumieran hasta llegar a ti; pase largas noches sin sueño, largos días en cama, cigarrillos cortos consumiéndome y poca comida para acompañar, con los pies fríos de caminar en la oscuridad.
Me atacaron los “hubiera” los “supuestos”, me ataco la culpa, la desolación, el desahucio... y sin darme cuenta llegaron las respuestas, no las que quería escuchar, pero finalmente respuestas, comenzó el aprendizaje, el encuentro con mi alma, llegaron las personas y lugares correctos, llego la fuerza y el valor de seguir.
Miranda, hoy quiero que te sientas orgullosa de haberme elegido como tu madre, te doy las gracias por las 23 semanas que me regalaste, hoy se que sin ti, sin tu partida no sería quien soy.
Aprendí a quererme tal cual, a perdonarme, a respetarme, a escuchar mi corazón; que puedo caer más de una vez y la importancia radica en la forma de levantarme y no las razones por las que caigo, que sólo tengo aquí y ahora, a no coleccionar culpas, que el rencor y el odio ocupan demasiado espacio y son una carga inútil.
Hoy sonrío orgullosa al decirte que encontré mi alma y recupere la fe, que las lecciones nunca terminan, aprendí, desaprendí, reaprendí, me desprendí, me reinvento, sigo en el camino, sigo soñando, sigo viajando.
Siempre voy a extrañarte, ya no tengo miedo de vivir y tampoco de morir, se que nuestras almas algún día se encontrarán y finalmente te escucharé reír.
Gracias por enseñarme la lección más grande: el amor, hoy se que esa es nuestra misión más importante; nuestra obligación y derecho es ser felices.
“El fin de amar es sentirse más vivo”
Atte. Tu madre
9 comentarios:
En este instante tengo la piel de gallina al leerte! mis ojos en serio se llenaron de lagrimas! y debo decirte que yo perdi hace tres años a mi padre, obvio no es lo mismo, porque uno sabe que los padres se van a ir tarde o temprano, sin embargo para mi el tiempo ha pasado lento y despiadado, sin alguien que para mi es y será mi mejor amigo hasta el fin de mis tiempos.
No sé tampoco porque pasan estas cosas, pero se que en algún momento de tu vida vas a entender el porque de esto que ahora te duele tanto, no puedo mentirte, el dolor nunca muere, pero se aprende a vivir con el.
El cantante favorito de mi padre era Ruben Blades, y hay una canción que se llama "pienso en ti", que a la fecha no puedo escuchar...ya que lo unico que no me enseño mi papi es a sobrevivir en su ausencia.
Animo! Excelente relato.
palabras de dolor, consuelo y resignación, pero quizá dificilmente cada una es la que parece.
Mi mas sentido pesame
Me hubiera gustado más si explicaras cómo cambió tan drásticamente.
...pero en mi playa estará el sonido del mar para ti, rompen las olas del mar que cuidan las almas...
siento mucho tu pérdida, me alegra que no pierdas la fé, no pierdas la esperanza.
un abrazo!
Méndiga, me hiciste llorar...
No sé que decir porque sé que no hay nada que pueda decir ni nada que pueda entender y que sólo me queda estar, estar siempre...
Te quiero amiga!
Seguro que ella sabe todo eso, y que apate de todo, su madre es magica...
Es extraño como se te cambia la vida, y como dejas de tener temor, a la vida o a la muerte. Y como despues de un rato de dolor e insertidumbre, te vuelves mas fuerte.
Hermoso, simplemente hermoso y magico, felicidades...
No hay razones ni motivos ni palabras para explicar lo que se siente perder a un hijo, aunque no haya nacido. De cualquier manera, la mayoría de las veces, n siquiera uno mismo es capaz entenderlos.
Un abrazo.
Las lágrimas que ahora ruedan por mi carita pecosa no son más que de dolor compartido... quizá no he perdico un hijo pero sé perfectamente lo que se siente decir adios y aprender de ello.
Un abrazo muy fuerte.
Muchas gracias a todos por sus palabras, lo escribí el día que por fin pude depositar sus cenizas en un lindo lugar; no se que fue más difícil si escribirlo o leerlo frente a todos. Pero me di cuanta del cariño que tengo a mi alrededor. GRACIAS!!
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