Hace tiempo que lo traigo en mente, desde aquella reunión en la que nos encontramos y me pareció usted particularmente atractivo, aunque he de confesarle que siempre me lo ha parecido, mientras conversábamos me cruzo el deseo de besarlo, así, sin más; la razón me jalo el hombro haciéndome reaccionar, disipando aquella idea.
El deseo de besarlo comenzó a cruzarse más seguido en los pasillos de mi pensamiento, mientras tomaba café los viernes por la tarde, mientras leía, mientras escribo, mientras camino a casa, mientras hago el recuento de mi día en cama. Al principio era, creo yo, una inocente curiosidad: ¿A que sabrán sus besos? ¿Cómo se sentirán sus labios? ¿Le gustaría sentir los míos? Pondría mi mano sobre su nunca mientras le beso y después...
Mis pensamientos comenzaron a oscilar entre la curiosidad y la fantasía; fantasías de tenerle, de abrazarle, de amarle; de la fantasía ha seguido a mis sueños, donde todo es tan vívido, donde encuentro en usted el equilibrio entre el romance y la pasión, donde me hace despertar al borde del éxtasis. Trato de razonar conmigo misma pero usted sigue necio colándose en mis noches, en mi cama, donde parece conocer cada una de mis utopías, donde somos uno.
El deseo de besarlo comenzó a cruzarse más seguido en los pasillos de mi pensamiento, mientras tomaba café los viernes por la tarde, mientras leía, mientras escribo, mientras camino a casa, mientras hago el recuento de mi día en cama. Al principio era, creo yo, una inocente curiosidad: ¿A que sabrán sus besos? ¿Cómo se sentirán sus labios? ¿Le gustaría sentir los míos? Pondría mi mano sobre su nunca mientras le beso y después...
Mis pensamientos comenzaron a oscilar entre la curiosidad y la fantasía; fantasías de tenerle, de abrazarle, de amarle; de la fantasía ha seguido a mis sueños, donde todo es tan vívido, donde encuentro en usted el equilibrio entre el romance y la pasión, donde me hace despertar al borde del éxtasis. Trato de razonar conmigo misma pero usted sigue necio colándose en mis noches, en mi cama, donde parece conocer cada una de mis utopías, donde somos uno.
Mi mal hacia usted va empeorando, me di cuenta el día que llamo para preguntar una nimiedad y sentí ese mariposeo quinceañero en mi estomago. ¿A caso soy victima de un extraño sortilegio? Así que en nombre de la amistad, de varios años ya, que tenemos, le pido, le suplico, y en caso extremo, le exijo salga de mis sueños.
2 comentarios:
Jojo, Rana, ¿te cuento qué me imaginé? Mejor no.
:P
me gusta,
extraño las palabras
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