Yo soy el jardín de mis propias emociones.
Voy cargándolas a todos lados pequeñas muestras de mis miedos y mis frustraciones, de cada vez que digo que no cuando quiero decir si y que digo que si cuando en realidad no se.
Cada una de las flores, los arbustos y las hierbas son una pequeña muestra de mis bajas pasiones, de los sentimientos que me dominan y de todo lo que en mi se cocina al mismo tiempo.
Cada cosa tiene distinta forma a los ojos de quien la mira, desde quien ve las excentricidades y pequeñas muestras de neurosis como simpáticas y pequeñas flores o quien ve el dolor y la melancolía como enormes y frondosas enredaderas que llenan de sombra y tranquilidad un ambiente que disfraza el miedo con aire de serenidad.
Cada una de las partes que me lucen y me ocultan, que son extensiones de mi mismo pero me entierran y me saturan, me agobian robándose mi aire y nutriéndose de mis entrañas, me roban todo aquello que no ocupan haciéndome un aparador de pequeños trozos de mi mismo.
Habré de vivir siempre cargando cada arruga, cada cicatriz, cada cana, cada poro donde no volvió a salir cabello, cada uno es una emoción pasada; como una luciérnaga que aún después de muerta sigue brillando para no dejarme olvidar jamás.
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Hace 2 meses
2 comentarios:
No es posible olvidar, decía un viejo sabio. Lo único que se puede hacer es no dejar que los recuerdos te atormenten a contentillo ...
awww. Sentí feito por el personaje pero me gustó.
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